sábado, 27 de agosto de 2011

Capitulo 3 de 38. "Nunca caminarás solo" Fecha 3 - Campeonato Nacional 2011/2012 River Plate 3 - Desamparados 1


Sabado gris. En las porteñas calles de Parque Patricios la tristeza se olfateaba. Si hasta el cielo lagrimeó un poquito notando la ausencia. Las tribunas vacías. Tremendo castigo merecido por un par y heredado y sufrido por millones. Pero el hincha estuvo. Estuvo en el Norte, allá donde se esta mas cerca de las nubes que del suelo, con la portátil en la oreja. Estuvo en el Sur, en donde el frío castiga hasta los huesos, pero que no puede apagar el calor de esta pasión que lleva más de ciento diez años encendida. Millones de corazones latiendo sin parar.

Y los colores salen. La camiseta de River pisa el pasto del Ducó, y los jugadores van al centro, saludan a la multitud que los acompaña, desde el bar, con el gorrito de lana del 75´, con los colores en la piel.


El partido arranca tal cual lo soñaron los sanjuaninos. River no encuentra la pelota y Desamparados aglomera presión y pierna fuerte en el medio. Como siempre desde el arranque del torneo, el más perjudicado es el Chori Dominguez, blanco predilecto de los rivales para desbaratar cualquier intención de ataque del equipo. El trámite se hace áspero. Aguirre se reta a duelo en cada dividida con el mediocampo visitante, al igual que Nico Domingo.


De la misma manera que en el juego en Mendoza, los primeros treinta minutos, River no dio pie con bola y entró en la vorágine que le convenía al equipo de San Juan.


Luego de ese comienzo a contrapié, entraron a jugar las individualidades del equipo. Carlos Sanchez se escapó con la pelota y con una clase que no sabe de categorías, empaló la pelota hacia la corrida frenética del incansable Aguirre, que en lugar de nublarse y tirar el bochazo sin sentido, levantó la cabeza y lo vio venir solo, vacío, como en su casa al pibe Ocampos, que en un gesto técnico para destacar cambió la trayectoria de la pelota y dejó al arquero y a toda la defensa a contrapierna.


Gol. Las tribunas vacías, pero el aliento de los hinchas se siente como un viento imparable que se traslada hasta la cancha de Huracán. Millones de tipos se abrazan, se desahogan, y se mezclan todos en un grito que atraviesa el país. Porque nos pueden prohibir la entrada, pero no la pasión.


A partir de ahí el partido cambió un poco el rumbo y a pesar de que tampoco River fue una máquina, al equipo sanjuanino le costó mantener el pressing de la primera media hora.


Antes de terminar el primer tiempo, cuando ya se pensaba mas en el vestuario que en el verde césped, el arquero Giordano salió mal jugando con los pies, rechazo que conectó Ocampos, quien desbordando por izquierda, mandó un centro al corazón del área que cambió por gol Carlos Sanchez, siempre atento, siempre en la zona de definición. Siempre picante.


Dos a cero. Entretiempo. River le sacó el jugo y exprimió al máximo las ocasiones que tuvo. La contundencia que en el pasado nos condenó, hoy en día es el antídoto que nos levanta de a poco.


En el comienzo del segundo tiempo el equipo arrancó con otra actitud y pudo haber convertido uno, dos o tres goles más, Desamparados era una sombra y era prudente liquidar el pleito cuanto antes. Pero, cosas del fútbol, el Chori Dominguez falló en una salida desde el área, centro y gol de los Sanjuaninos. El partido ponía una señal de alerta, una llamada de atención para despertarse y terminar el partido de una vez por todas.


No fue gol pero valió y se gritó con el alma la parada de Chichizola a lo que hubiera significado el segundo descuento del equipo verde. Gran intervención y redención del arquero Riverplatense tras la mala salida contra independiente de Mendoza.


Luego de algunos sobresaltos, River continuó buscando. Faltaba el último toque. Cavenaghi no podía recibir cómodo y en las que tuvo, la mala suerte y una definición errónea, le negaron el gol.


Se lo nota impaciente. Sabiendo que no puede conseguir el alimento necesario en la canasta básica de un delantero centro: El gol. Pero aunque el no lo vea, es clave. Para pivotear, para pegar un grito a tiempo, para ser referencia. Lo demás llegará por decantación.


La definición del partido se dio tras un remate fallido de Cavenaghi, rebote y la pelota le quedó mansa a Dominguez, con el arco libre. Gol del Chori. Gol del Chori de la gente. Ese que besa el manto sagrado rojo y blanco. Ese que dejó atrás los euros, el lujo, el glamour, para embarrarse contra Desamparados de San Juan. Para poner la cara teniendo más agallas que muchos otros que hoy siguen contando los gruesos billetes en el viejo mundo.


El partido es historia. Visualmente podrá decirse que el estadio estaba vació. Pero no fue tan así.


Utilizando la razón, se podrá afirmar que el silencio invadía las gradas del Ducó, pero permítame el beneficio de la duda. Si yo te vi a vos, saltando al escuchar el gol en la radio. En tu casa. En el laburo. En el bondi. En el auto. En el norte, en el sur.En donde sea. Si yo te escuché a vos. Gritando hasta dejar roja la garganta. Con la misma pasión y las mismas cosquillas que en la final en Tokio contra la Juve.


Eso es la pasión por River, esa transfusión de sentimientos que se da de generación en generación. Esa que te transmitió tu viejo y que le pasarás a tu hijo y a los que vendrán. Porque aunque hoy más que nunca nos haya caido la ficha del lugar en el que nos encontramos, el partido de hoy nos dejó una enseñanza, una moraleja...





Pase lo que pase, River, podés estar tranquilo...


Nunca caminarás solo.











( Foto Olé )


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