Por primera vez en el Campeonato salían desde la parrilla de largada en el once inicial, las tres joyas de la casa. Los tres distintos que tiene este plantel millonario para tratar de una vez por todas de despegar y de alcanzar ese anhelado ascenso que tanto nos desvela desde aquel fatídico 26 de junio de 2011.
Enfrente esta Deportivo Merlo, ese humilde conjunto del Oeste que tantos dolores de cabeza nos dio en la primera vuelta, en aquel partido en Avellaneda, que termino en un cero a cero, que pudo haber sido también una derrota de ribetes históricos.
El Amalfitani, obligadamente nuestra localia por los interminables recitales de Roger Waters, lucia como todo reducto futbolístico en el que se presente la banda, Lleno total. Fiesta y carnaval. Pasión de multitud(es).
Si imaginariamente uno podría calcar el partido de la primera vuelta dibujándolo en Liniers, realmente eso habría sucedido. Merlo presionaba en cada centímetro, incomodando a todo el equipo y sobre todo a Chori Domínguez, llegando al nivel de fastidiar y sacar del partido al diez de River. Increíblemente Merlo tuvo un par de chances que sus jugadores dilapidaban ( al igual que en el partido de ida) inexplicablemente.
El millonario se veía en un laberinto sin final, cercano. En una maraña de piernas en la mitad del campo.
Hasta que apareció Ocampos tirando un centro de zurda, que tranquilamente podría haber quedado en la nada, si no fuera por la categoría fuera de serie de David Trezeguet, que se suspendió en el aire cual basquetbolista clavando la pelota en el vértice en donde confluyen el palo izquierdo de Capogrosso y el travesaño y en el mismo movimiento perfilarse para precar el rebote e impactarlo estéticamente a la red. Golazo. Trezeguet lo grita como todos sus goles en River, con la sonrisa a flor de piel, con la alegría que tendría cualquiera de nosotros si se calzara la elástica Riverplatense y marcara un gol. Un hincha más.
El segundo tiempo casi nos propina un baldazo de agua fría, con ese cabezazo marrado por Chanchi Estevez, solo y solo, sin marca, con el tiempo suficiente para elegir en donde colocar la pelota. Gracias dios.
Seguimos. No encontramos la manera de liquidar el partido, de rematar a un Merlo que mediante un bochazo podía desatar la tempestad.
Para apagar cualquier intento de reacción del visitante, confluyeron en tres toques Trezeguet, Domínguez Y Cavenaghi, los tres a un toque, de primera. David para pivotear, Chori para poner un pase entre líneas y Cavegol para saldar sus cuentas con la historia, haciéndole la misma jugada que una rueda atrás pego en el palo del estadio Libertadores de América. Tremenda definición. Un segundo adelantado al resto. La remera al viento, el grito de furia para terminar con la sequía poniendo las cosas en su lugar y trepando nuevamente a la cima de los artilleros.
Para decorar el resultado que resulto mas difícil, que lo que indica el tanteador final, otra vez el rey Fernando de Nuñez, a lo Romario, puntazo y a cobrar y ahora si, la soledad como capo cannionieri del campeonato nacional.
River pudo con River. Ahora debemos esperar los demás resultados, pero con la convicción de que la batalla mas difícil de esta fecha la superamos, la de vencer a nuestros propios demonios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario