Quince mil almas. Que luchan. Que gritan. Que logran la epopeya de jugar todos los partidos como local. Reventando recaudaciones en minutos. Reduciendo a tímidos sonidos los cánticos rivales.
River se presentaba ante Ferro, con la premisa de revalidar todo lo bueno hecho ante Gimnasia de la Plata, tratando de conseguir una regularidad en los rendimientos hasta ahora esquiva.
Mario Gomez, viejo zorro, eligió la estrategia que mas le cuesta al equipo millonario: roer, roer y roer.
Aunque el menú de ataque Riverplatense ofrecía múltiples opciones para un banquete suculento en materia ofensiva con Dominguez, Ocampos, Sanchez, Funes Mori y Cavenaghi, la conexiòn no fue la mejor y todo moría en bochazos estériles. Con el Chori maniatado y en desventaja física, se cortaba la circulaciòn de la pelota y Ferro hacía su negocio, con la marca férrea de la defensa y la presión constante de Buffarini.
Centro atràs de Sanchez, Cavenaghi la deja pasar para Lucas Ocampos. ¿Gol? . No, increiblemente el pibe la quiere colocar y el remate sale desviado. Los intentos ofensivos de la banda, naufragaban ante la incapacidad de generar situaciones claras y la voracidad del equipo verde para destruir el juego de River.
A través de su rubio carrilero, Ferro tuvo varias claras, de las cuales la mas importante fue la de Pereyra Diaz que fusiló sin remordimientos a Leandro Chichizola que demostrando reflejos y ubicación, desvió el pelotazo al tiro de esquina.
De no ser por semejante taponazo la cosa se ponía complicadìsima.
Bendita regularidad que no supimos conseguir.
Ya que a pesar de tener dos tanques en el área, el problema fue abastecerlos.
Y esta vez los cambios no dieron el efecto buscado, ya que posiblemente el cambio de Aguirre fue tardío.
Seguimos invictos. Y punteros. Pero no debemos insinuarnos mas a la derrota.
El equipo debe aparecer, el camino es el correcto.
Falta imponer la chapa, y el respeto a través del juego.
En la estadística vamos bien, en lo futbolistico hay que mejorar.
Vamos River, vamos por mas.
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