Lunes 27 de junio de 2011. Por las calles del barrio porteño de Nuñez todavía se observan rastros humeantes de lo que fue la tarde noche mas trágica de la historia del Club Atletico River Plate. El descenso ya es una triste realidad y millones de hinchas son sorprendidos por la madrugada todavía atonitos, no pudiendo dar crédito de lo acontecido.
Pero hay un tipo que con la tristeza a cuestas como una pesada mochila, decide dar un paso al frente. Decide poner la cara cuando River se estaba prendiendo fuego, cuando el cadáver futbolistico del equipo en la temporada todavía estaba tibio, haciéndose cargo de este gigante enfermo, con su centenaria historia como dolorosa lanza en el costado.
Este tipo oriundo de Azul, de perfil bajo y corazón caliente, de convicciones inquebrantables, invirtió todo el amor y la idolatría que los hinchas profesan por el, poniéndolo en un plazo fijo a un año, obteniendo rédito solamente mediante un resultado: El ascenso.
De todos los entrenadores de la historia Riverplatense seria el mas señalado, el mas cuestionado, el mas observado por la lupa gigante de la prensa y por la mirada de aquellos que desean que a River le vaya mal, para lograr un rédito personal, para avanzar un casillero en la vida política del club.
Así fue. Cada detalle, cada cambio, cada entrenamiento, hasta cada gesto capturado por las cámaras fue analizado minuciosamente, aun en los triunfos mas contundentes. Llovieron millones de criticas ( muchas malintencionadas) a las que Almeyda respondió con un solo argumento: El trabajo. El pelado agacho la cabeza, trabajando cada día, aprovechando cada minuto para corregir errores, creciendo al compás de los partidos, y transitando este camino sinuoso, con la frente alta y manteniendo la cabeza fría en momentos en los que la presión se tornaba insoportable.
Sobre el césped del Monumental, segundos después del pitazo final de Toia, esas lágrimas que comienzan a caer por las mejillas del DT de River, llenas de emoción y de desahogo, son la recompensa por tanto sacrificio, por tanto sufrimiento. Ese abrazo interminable con Amato, ese encuentro con la familia, el puño levantado al cielo, le da la tranquilidad de la tarea cumplida, de haber conseguido aquello con lo que sonó cada noche posterior al 26 de junio de 2011, al apoyar la cabeza en la almohada.
El tiempo y las distancia ante hechos recientes, le otorgara el lugar que Matias Almeyda se merece en la historia grande del club, ese sitio que se gano al comandar el proceso mas duro, mas doloroso en los 111 años de vida que tiene River.
"Soy un obrero del fútbol, alguien que volvió por amor" Podes estar tranquilo Matias, River te ama.
No te enojés con lo que voy a poner. Como jugador, una barbaridad. Un auténtico Gladiador como el de la película: peleando hasta morir. El problema es cuando tenés que dirigir y mandar a 11 tipos (+ suplentes) a jugar al "verde césped" (Labruna dixit). Para tomar una referencia: cuando en 1981/1982 San Lorenzo jugó en la 2da categoría le sacó cuatro partidos de distancia al segundo: hoy serían 12 puntos arriba. ¿Se entiende? Un grande no puede andar penando con Gmo Madryn con todo el respeto que me merece. Madryn está para pelear con Crucero del Norte que es de mi provincia, no para sacarle puntos a River; lo mismo que Atlanta. No va ese argumento: "El partido de sus vidas". Ahí falla y seguirá fallando quien en su momento puso todo. Pero mente fría para el corazón caliente. River debería (es mi deseo al menos) otro DT. Sé que soy lo más antipático, pero viendo como juega, soñaría con un tipo como Sanpaoli de Univ. de Chile. Dios! Cómo juega lindo ese equipo. Fin.
ResponderEliminarMario Pernigotti
Posadas