SANGRE. Sangre Riverplatense. Nueva y Vieja. El pueblo millonario en devota procesión, se interna entre las venas del Monumental. Fluyen como millones de gotas que son el sustento de esta pasión de multitudes. Mala sangre. La presión aumenta, el murmullo avanza. Ya no quedan uñas por comer ni cigarrillos que quemar. River golpea las puertas del área correntina, pero la deseperacion le nubla la vista, para encontrar la llave de ese duro cerrojo defensivo. Sangre que casi llega al rió, con los goles perdidos por Boca Unidos, los corazones Riverplatenses que se paralizan, y vuelven a latir segundos mas tarde con la misma vehemencia. Sangre en la armadura de Ponzio, que sin fútbol, sin ideas, pero con un corazón grande como el estadio, dejo la piel en el verde césped.
SUDOR. Sudor a mares. La pelota quema, como aquellas míticas hogueras de la inquisición. El partido se traba. Los correntinos hacen negocio y redoblando marcas ensucian el tramite. Sudor frió. Que recorre las espalda, cuando el volante de casaca roja y amarilla, corre cual Usain Bolt de la mesopotamia, deja el gol servido, Y Vega, en una milagrosa estirada, en la mas grande atajada de su carrera profesional, desvió el remate con la puta del botín zurdo, cuando todo parecía perdido, cuando la peor pesadilla era realidad.
LAGRIMAS. Lágrimas de desesperacion. Todo es confuso. El reloj se clava como un puñal, que duele como un dolor de muelas. Se mueve el banco. Adentro Ocampos y Funes Mori. Lágrimas de emocion, de desahogo, en esa pelota que baja Rogelio, y que Ocampos, como un Karate Kid vernáculo impacta de aire para ajusticiar al Gato Sessa. Explosion. El cemento ruge en un solo grito de los hinchas de River mirando hacia el cielo. Lágrimas de bronca, de impotencia, de dolor. Al ver esos dos cabezazos. Al adelantarse al final de la escena de una película de terror, al sentir que uno ya la vio. El rubio jugador correntino la manda a guardar, desatando un tsunami de deja vus. El Chori se agarra la cabeza, nadie lo puede creer. Las plagas que cayeron sobre Nuñez aquel 26 de Junio de 2011 parecen no tener fin. El castigo se vuelve eterno. El vértigo llega a limites insospechados. Imposible discernir que hacer. Si gritar, si llorar, si pellizcarse. El antonio Vespucio Libertoi hierve, y si antes la pelota quemaba, ahora es una bomba con la mecha encendida. Lagrimas de incredulidad, de redención. De espasmo emocional agudo. De metamorfosis de sentimientos. La pelota flota en la noche del Monumental. Trezeguet se eleva. David se suspende mirando de reojo a Rogelio. La baja, le pone la pilcha de heroe al pibe. Al mellizo, que la mata de pecho, le da con alma y vida, al palo izquierdo de Sessa. Todo es emoción, delirio, locura. Efervescencia. Un Nirvana de sensaciones. El abrazo al desconocido. El Chori en el piso no puede mas.De la alegría a la tristeza. De las puertas del cielo al purgatorio. Con angustia. Con ciclotimia. Con defectos y con virtudes. Así sos, River. Asi te quiero y te acepto desde que tengo uso de razón. Como todo en este lento y maquiavelico via crucis que comienzo hace casi un año. Faltan dos grandes escalones. Falta sufrir un poquito mas.Vamos con fe. Con sangre, sudor y lágrimas.
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