River es así. A lo largo de su centenaria historia, se pueden encontrar sobrados ejemplos de moverse constantemente entre los extremos. Para River rara vez existen los grises. Puede pasar de la mayor de las alegrías a la tristeza mas honda y profunda. River es desborde de pasión. No sabe de limites.
Siguiendo con la serie "cinematográfica" que iniciamos en el capitulo anterior titulado " una de acción" , este que comenzamos a desgranar, claramente es "Una de Almodovar". Por el desarrollo. Por la enorme superioridad. Porque hasta daban ganas de reir, como en las peliculas de Pedro, de la difierencia que había entre los dos equipos. River domino la pelota, el campo, el tramite, y todo aquello que hubiera estado en disputa. Si el partido hubiera terminado 4-0 creame que nadie podría haber dicho nada.
Pero como en las peliculas del director español, la vida de River como decíamos oscila entre la gloria y el abismo, entre el drama y la comedia, y es capaz de convertir un partido encaminado a una goleada histórica en la peor de las pesadillas.
Porque solo en una de Almodovar, en esa ensalada de emociones que muchas veces rozan el grotesco, River puede perder sobre la hora con boca unidos, error de Chichizola mediante, el día antes de que el homónimo de la contra salga campeón.
Muchas veces pareciera que la suerte se burla de nosotros, mostrándonos que el fondo de los abismos autoinducidos, esta cada vez mas lejos y no encuentra su fin.
River produce un masoquismo agridulce, y a pesar de estos golpes sacados de la mejor de las comedias dramáticas, es una droga imposible de dejar.
Para el análisis frió del juego les podría recomendar miles de sitios de riguroso valor periodístico, aptos para el mas exigente de los tácticos.
A mi déjeme con mi bronca, con mi decepción, sumergidos en esta escena Almodovariana, lo único que podemos hacer es rogar que este fin de semana pase rápido y se entierre rápidamente en el baúl de los fracasos a olvidar.
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